16.06.11 - 02:09 -
MAITE MARTÍNEZ BLANCO | ALBACETE.
Ni el esfuerzo de las motocacas, ni la existencia de pipicanes, han logrado eliminar esta mala práctica de los dueños de animales
La sanción puede llegar hasta 1.500 euros, pero no se ponen
OJO A ESTOS DATOS
1.500
Son los euros que se podrían llegar a imponer de sanción al dueño de un animal por no retirar el excremento de su perro de la calle.
5.826
Son los metros cuadrados de recintos caninos que hay en Albacete, repartidos en doce puntos. Solo tres tienen pipican (una instalación con agua para limpieza del excremento). La norma obliga a retirar las cacas también de estos recintos.
La escena se repite a diario en Albacete, y en muchas otras ciudades. Incívicos dueños de perros, a quienes les da aprensión retirar el excremento de su querido animal, hacen la vista gorda y olvidan su deposición, da igual que sea en la acera, que en un jardín.
Si tenemos en cuenta que solo en la ciudad de Albacete hay 13.901 perros censados, amén de otros muchos que se sabe no llevan el microchip, y que algunos hacen sus necesidades más de un vez al día, podemos hacernos una idea de las dimensiones del problema.
Hace unos días, un buen número de los concejales infantiles que hablaron en representación de todos los colegios de la ciudad, decían alto y claro lo que tantos otros vecinos piensan, ¿es qué no se puede hacer nada para eliminar los excrementos de los perros de las calles? ¿tanto cuesta a los dueños recoger las cacas? A la vista de los resultados, parece que es un problema complicado de resolver.
Aunque la solución es bien sencilla: que todos los dueños retiren con una bolsita el excremento de su animal. El caso es que hay muchos que no lo hacen. Y no temen a las multas, pese a que son cuantiosas.
Hasta 1.500 euros
La Ordenanza de Medio Ambiente establece que las personas que lleven a un perro por la calle «deben impedir que estos depositen sus deyecciones en cualquier lugar destinado al tránsito de peatones». En el artículo 129 se obliga a los propietarios a llevar a los animales a los recintos para perros que hay en la ciudad, aunque admite la posibilidad de que el animal lo haga «junto a sumideros o alcorques».
En todo caso, obliga al propietario a limpiar de forma «inmediata» las cacas que queden en las aceras o en zonas de tránsito peatonal. No hacerlo, se tipificaba en esta vieja norma aprobada en 1993 como una infracción leve, pero aprovechando la reciente aprobación de la Ordenanza Cívica se ha subido la multa a entre 121 y 1.500 euros, al tipificar esta fea conducta como infracción grave.
Ahora bien, la probabilidad de que un incívico dueño canino sea multado es más bien pequeña, por no decir nula, quizás por eso no temen a la amenaza de los 1.500 euros. En 2010, el Ayuntamiento de Albacete no impuso ni una sola sanción por esta infracción. Y en 2009, los agentes de la Policía Local solo cazaron in fraganti a un dueño, que tuvo que pagar 151 euros por tan sucio descuido.
El problema, explican desde la Policía Local, es pillar al propietario en el momento del abandono, algo que parece es muy difícil, «porque cuando ven a un agente, sencillamente recogen el excremento, aunque normalmente no lo hagan».
Mientras tanto, las cacas invaden sobre todo algunas zonas de la ciudad. Lo saben bien los operarios de la empresa de limpieza que manejan los dos moto cacas con los que cuenta la ciudad. Se trata de dos motocicletas especiales, dotadas de un potente sistema de aspiración, que están operativas de lunes a sábado.
Estas motos verdes recorren zonas peatonales y aquellos puntos donde hay más heces caninas. «Las rutas cambian», explica el responsable de limpieza urbana de FCC, Antonio Calero, que apunta algunos de los 'puntos negros' que hoy están en las rutas de estas motocicletas, entre otros, la zona de los Depósitos del sol, el entorno del Asilo de San Antón o dos puntos en el barrio de Franciscanos.
El coste de limpieza de este servicio especial, por supuesto, sale del bolsillo de los ciudadanos.
300 kilómetros de calles
Pero no solo las motocacas retiran excrementos caninos. Los 70 barrenderos que con escoba y carrito recorren a diario las calles, además de las tres máquinas barredoras que mañana y tarde salen a limpiar, también retiran las cacas que encuentran a su paso. «Tenemos más de 300 kilómetros de calles y casi todos ellos se recorren a diario, de lunes a sábado», apunta Calero, quien resalta que las deyecciones caninas es un problema urbano de limpieza que resuelve a fuerza de civismo, «no podemos poner un barrendero detrás de cada perro, eso es imposible».
La desesperación ha llevado a más de un vecino a colocar carteles de denuncia. Los últimos en hacerlo han sido los que viven en el edificio Bufort, en la calle Iris. Sus soportales se habían convertido en un refugio ideal para los dueños de los perros, sobre todo en días de lluvia, «nos hemos llegado a encontrar cacas hasta dentro de los portales», asegura Paco, que se encarga del mantenimiento de estos edificios, «y lo peor, es que cuando algún vecino le ha llamado la atención al dueño del animal, ha terminado enfrentándose a él».
Otros muchos dueños de animales, como Francisca que ayer paseaba a Pumuky por esta zona, no salen a la calle sin su bolsa, «lo único que hay que hacer es recoger el excremento, aunque el animal lo haga en la hierba, pero es verdad que hay gente que no lo recoge o que dice que se ha olvidado las bolsas».
Los veterinarios aseguran que a los perros se les puede enseñar a hacer pipi y caca en el mismo lugar, incluso en casa si el perro es pequeño habilitándoles un cajón de arena, «pero hay que tener paciencia y la gente no la suele tener con los animales», dice una veterinaria del Arca de Noe.
Eso sí, admite que es más fácil educarles un hábito en casa, «en la calle es más difícil», «hay que tratar de acercarlos a un árbol cuando se ponen a hacer pipi y, por supuesto, si se hacen caca limpiarlo, no es bueno retenerlos porque eso puede causarles un estrés que les lleve al estreñimiento».
Recintos en zonas verdes
En la ciudad hay 12 recintos para perros repartidos en distintas zonas verdes. Que sean lugares ideados para estos animales no quiere decir que aquí se puedan dejar los excrementos en cualquier lugar, pero la realidad nos dice que no es así. Basta con darse una vuelta por estos lugares.
COMO SE PUEDE VER, EL PROBLEMA ES NACIONAL: SOMOS UN PAÍS DE GUARROS.